La famosa receta de la abuela
Más de uno ha crecido atesorando recuerdos familiares que lo hacen retroceder a algún momento feliz de la infancia. Puede ser una fotografía, un adorno, un olor o la famosa receta de algún suculento plato que nuestra abuela hacía mejor que nadie. Puede ser la manera de celebrar la Navidad o el Día de la Madre, o ciertas rutinas familiares como almorzar en familia el día domingo. Todo esto es lo que se conoce como tradiciones familiares: ese grupo de valores y costumbres que tiene cada familia, que se transmite de generación en generación. Es algo muy valioso.
Sin embargo la velocidad con la que se vive en la actualidad, las distancias, el tráfico en las grandes ciudades, la escasez de tiempo, la sobrecarga de actividades en los más jóvenes, la invasión de la tecnología que ha reemplazado el encuentro personal, entre otras tantas causas, hacen que la tradición no se transmita y que no se valore como antaño. Hoy se cree que la receta de la abuela no es tan importante porque se pueden encontrar miles "iguales" en Internet.
Pero aceptar esta inercia puede llevar a un error irreversible. Las tradiciones familiares no sólo son recuerdos: también son parte de la identidad familiar. Por ello favorecen el bienestar emocional de los niños. Les brindan un ambiente de seguridad y un sentido de continuidad e identidad.