LOS JUGUETES OLVIDADOS

Abandonados por las novedades de la era digital, los juegos y juguetes de antaño tienen en la memoria de los abuelos una vigencia imborrable. Jugar se jugó siempre. Se lo considera algo prioritario para el desarrollo motriz y psicológico de los niños. Pero… ¿con qué jugaban las generaciones anteriores al boom cibernético? Indagando en los recuerdos de nuestros abuelos, puede decirse que la creatividad y la compañía de los amigos eran las claves para hacer de los juguetes, más rudimentarios por supuesto, el objeto de diversión, ya que en muchos casos “había que arreglárselas para armarlos”, como contó uno de los abuelos a 30N. La pelota… En cualquiera de sus formas, se la considera el juguete más antiguo de la humanidad. Era y sigue siendo la protagonista de los juegos de varoncitos, con la diferencia principal que no venía de fábrica sino que había que armarla con lo que se encontrara a mano: pedazos de cuero, trapos viejos y hasta arena si de las quería pesadas. Con las muñecas pasaba algo parecido, “todo era un juego, desde buscar los retazos de telas, botones, lanas, cintas, puntillas… crear el rostro y el pelito de la muñeca, hasta coserle el vestidito”, contó la abuelita Emma. Las bolitas también podían ser fabricadas. Cuentan los abuelos que se pasaban horas y horas puliendo piedritas. Además, eran las principales herramientas para proponer largas y eternas competencias, tal como recordó uno de los consultados: “Siempre estábamos buscando en qué parte de la calle era más difícil, así era más emocionante y no nos aburríamos”, contó Roberto, otro de los abuelos que accedió a rememorar sus años de infancia. Por aquellos tiempos, muchos preferían el trompo, la rayuela, el elástico, el yo-yo, el barrilete, el balero, los zancos, la payana, los títeres, que eran los juguetes más populares. Y había casos aún más extravagantes. Los animales también eran un estímulo contaron los hermanos Alfredo y Alberto a 30N: “Además de un perro, teníamos gallinas y un mono, con él jugábamos todos los días”. En el juego, los amigos estaban siempre presentes: algunos construían carpas con sillas y sábanas y pasaban tardes enteras haciéndose pasar por indios. Otros simplemente aprovechaban la calle, tal como comentó Mario: “Cuantos más fuéramos mejor… nos quedábamos hasta el anochecer jugando a la escondida, al cuartito oscuro, al fútbol y al ladrón y poli”. Los de ayer y los de hoy “Los juguetes son portadores de marcas históricas y sociales, indicó a 30N Bob Frassinetti, director del Buenos Aires Toys y especialista dedicado a la investigación simbólica de los juguetes. Y luego enfatizó que “son producto y representación de su época”.

En general, ese potencial documental al cual se refiere Frassinetti quedó plasmado en la mayoría de los testimonios de los abuelos y padres, que se refirieron por ejemplo a las dificultades económicas para obtener los juguetes y la relevancia de los compañeros de juego. Respecto a los vínculos interpersonales, la psicóloga infantil Annelie Barea, expresó a este medio que “la vida actual es más solitaria. Ya no existe la vereda como lugar de reunión, los chicos están menos tiempo jugando con otros y los juguetes actuales les permiten jugar solos o en contacto digital”. Asimismo, la profesional advirtió sobre un riesgo: “La omnipotencia generada, ya que se saltea el encuentro con el otro, con el que es necesario negociar y acordar para divertirse juntos”. Una buena razón, quizás, para rememorar aquella gastada frase de otra época, cuando “inventar” era una cita obligada: ¿a qué jugamos?

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   Por NERINA DIAZ CARBALLO 

Publicado en 30N

 

NUNCA DEJEMOS DE JUGAR

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Mi hermano Josesito y su orquesta, cuando era chiquitos, con nuestros juguetes preferidos

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