El carnaval en la Quebrada de Humahuaca
En la Quebrada y los Valles todo comienza cuando se cumple la ceremonia de desenterrar a “Pujllay”, el demonio carnavalero de la tumba que lo alberga desde el año anterior. Entonces los diablos rutilantes –pobladores anónimos- en sus trajes de lentejuelas, espejos y plumas, empiezan a bailar con entusiasmo al compás de bombos y charangos recorriendo los poblados, contagiando la alegría de la fiesta recién iniciada. Después del desentierro, las comparsas llegan al pueblo bailando con sus respectivos cantos y músicas, aceptan invitaciones de bebidas en las casas. Al final, todas coinciden en un punto de encuentro para bailar, cantar y desfilar.
Volcán, Tumbaya, Maimará, Tilcara, Uquía, Humahuaca y todos los pueblos de la Quebrada ven entrar al carnaval por sus callecitas, mientras el ritmo del alegre carnavalito serpentea en coloridas rondas.
Durante las noches, el jolgorio se atrinchera en los fortines para alojar el baile y los juegos con talco, papel picado y serpentina. Los Fortines, tiene sus particularidades, los realizan familias tradicionales del lugar, cada día una distinta, en un lugar cerrado, con bebida, cordero asado, picantes, papas andina, queso de cabra, humitas, tamales, locro, empanadas y llasjua.
La fiesta comienza al mediodía con el almuerzo; al ingreso del fortín se recibe al invitado con la tradicional “vacuna” -un cóctel dulce de bebidas alcohólicas-, para eliminar la envidia, los celos, la tristeza y todo lo malo; luego se procede a la lectura del reglamento fortinero, donde se exige al convidado a olvidarse de las penas y comprometerse con la diversión.
El carnaval en las Yungas
En las Yungas es tiempo de fiesta también y las culturas de esta región viven el carnaval en dos festejos muy distintos: el “Arete Guazú” de raíces guaraníes y los tradicionales “Corsos de Carnaval”.
Habitantes sin tiempo de las Selvas de Yungas con transiciones en Chaco Gualamba, conocedores de su origen de Samou, de la esencia del Caraguata y su respeto a Yaguá.
El festejo coincide con la maduración del Abatí (maíz), materia prima para la elaboración del Kanwi (chicha), bebida casi sagrada y ceremonial de los lugareños. En la fiesta se utilizan caretas, sus portadores se llaman Aña-aña y representan a los espíritus del bien de sus ancestros. Los músicos y quienes realizan las interpretaciones de las coreografías del Yaguá-Yaguá y los encargados de encabezar los bailes, eligen los lugares de recorrido del Areté.
Los Corsos del Ramal
Esta fiesta popular, de profunda tradición y arraigo en la región, constituye uno de los principales atractivos turísticos de la temporada veraniega, transformando a la ciudad en un paisaje de algarabía, color y magia. Todos los años participan alrededor de 40 agrupaciones pertenecientes a comparsas folklóricas, autóctonas, indígenas, tinkus, de Pin Pines, artísticas, cuerpos de baile, murgas, carrozas artísticas y humorísticas, disfraces individuales artísticos y humorísticos que hacen a los más de 12 rubros.
Publicado en turismo.jujuy.gov.ar