EL FABRICANTE DE JUGUETES OLVIDADOS - Personajes regionales

Elena. Pcia. De Córdoba- Argentina
Luis Tessio produce caballitos de madera, que vende como en los viejos tiempos.  

 En tiempos de juegos electrónicos y computarizados, en los que parecería que los juguetes de antaño quedaron para siempre en el olvido, un artesano de Elena puede demostrar que los niños siguen con la sensibilidad intacta, porque los caballitos de madera que fabrica se venden –para segura sorpresa de muchos– de manera permanente.


Zona Centro. "Gino" Tessio alguna vez fue productor agropecuario. Se fundió. Hoy vive de su fábrica de juguetes de madera.
Por esos avatares de la vida, Luis “Gino” Tessio debió buscar una actividad que reemplazara a la que desarrollaba como productor agropecuario. “Me quedé sin nada. Me deprimí, y el médico, entre tantas cosas, me dijo que me pusiera a hacer algo que me gustara. Una noche vi en televisión un programa sobre invernaderos. Empecé con eso y me iba muy bien vendiendo verduras”, relató este hombre de 71 años que, luego, tuvo que enfrentar otra adversidad. A los dos años de ese emprendimiento, un fuerte viento destrozó su invernadero y debió empezar otra vez.

“Un día mi señora fue a lo de Ida Ricca, vio un caballito de madera y pensó que yo podría hacerlo. Luego Ida me lo trajo de modelo. Le saqué el molde y así empecé”, dijo “Gino”. “El caballito como juguete es originario de Norteamérica, no lo inventé yo”, aclara de entrada.

Todo artesanal. Con madera de pino que compra en un aserradero del pueblo, el artesano construye hasta cuatro piezas por día que pinta con una pintura que también fabrica de manera artesanal: en nafta súper diluye telgopor y así se forma una especie de barniz, al que reincorpora unas gotas de tonalizador para darle el color que desee.
El juguete queda terminado cuando su esposa, “Loli” Calcagno, le pinta ojos, orejas, hocico y boca.
 

Los caballitos de Tessio son “un clásico” en los locales de venta de artesanías ubicados a la vera de la ruta 36, en su paso por Elena y Berrotarán. “Nunca logré armar un stock, porque se venden enseguida”, contó orgulloso, y agregó que un viajante que vende artesanías en todo el país también compra sus obras.

“A los chicos les gusta muchísimo jugar con los caballitos. Y tengo una experiencia muy triste”, contó “Gino”. Detalló que dos señores de Mendoza llegaron al taller mecánico de su hijo a arreglar un auto y que con ellos iba un niño también llamado Gino. El artesano, que estaba también trabajando en el lugar, lo llamó “tocayo” y lo invitó a jugar con un caballito. El chico le pidió al padre que le comprara uno, éste le dijo que no y lo subió llorando al auto. La casualidad quiso que ese fin de semana me llaman de un quiosco que está sobre la ruta para que ayudara y se detiene ese mismo auto. El chico me conoció y me abrazó, y empezó a pedir al padre un caballito”, recordó Tessio, indicando que se alejó del lugar para no condicionar a los padres. “Lo metieron llorando otra vez al auto, y apenas se fueron me agarró la angustia: qué lerdo que fui, cómo no se lo regalé. Fue una reacción de un minuto tarde...”.

Pero para mitigar ese recuerdo “Gino” se reconforta mirando a su nieta Angelina que juega con el “Ico-Ico” que le regaló su abuelo artesano, uno de los 4.400 caballitos que lleva construidos.

Por Graciela Busilli
Especial publicado en La Voz.com.ar

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