Etimológicamente, "pirotecnia" tiene sus raíces en las palabras griegas piros, fuego, y techne, arte o técnica, y significa "el arte que trata de todo género de invenciones de fuego".
De igual manera, en Francia despertó mucha afición, principalmente durante los siglos XV y XVIII, pues, en este último, Luis XV gustaba mucho de los fuegos artificiales.En esta época se reconocían dos escuelas dedicadas a cultivar dicho arte; la primera de ellas, al norte del continente, cuyo centro de desarrollo se localizó en la ciudad de Nüremberg; la otra, en Italia, representada por los hermanos Ruggieri, que en Boloña tenían sus actividades. Aunque la primera participaba activamente en los progresos de la pirotecnia, los Ruggieri mostraban marcadas ventajas sobre ella, pues su creatividad y efectos artísticos producían mayor impacto visual sobre su público.Fue hasta el primer cuarto del siglo XIX cuando se inició la etapa moderna de la pirotecnia, gracias al francés Chertier, quien inició el empleo de dos nuevos agentes químicos en las composiciones de los fuegos artificiales: el clorato de potasa y el nitrato de estronciana. El público empezó a apasionarse por las magníficas estrellas de púrpura que salían de los cohetes y las bombas, resplandeciendo en el espacio como meteoros luminosos.Cabe mencionar que, hasta el siglo XVIII, los maestros pirotécnicos vivían aislados y transmitían la experiencia adquirida a sus aprendices bajo secreto y sin dejarlos escribir sus extrañas recetas, con el fin de que éstas no cayeran en otras manos que las de sus discípulos.
Fue hacia la mitad del siglo XIX cuando los estudiosos de la pirotecnia publicaron, en el Boletín de la Sociedad Química de París , las combinaciones para producir los fuegos artificiales. Además, se pudieron conocer, ya no empíricamente, sino por medio de fórmulas, los efectos que producían determinados elementos. Con esto, el arte pirotécnico se enriqueció y se difundió aún más.
Lograr colores como el rojo, rosa, lila, azul, amarillo, verde y blanco en diversas tonalidades se volvió común para los artesanos; asimismo, la variedad de formas se acrecentó, dando como resultado que casi cualquier figura fuera reproducida y apreciada en sus diversos colores.