PEPITA CATALINA SE PERDIÓ ...

Este precioso cuento lo escribió una abuela que hace con mucho amor, no solo bonitas muñecas de trapo para su nieta, sino también cuentos con hechizo y magia para el deleite de los niños y las abuelos que los cuentan!!! Gracias María Alicia.


¿Dónde está mi Pepita Catalina? –preguntó Cecilia, con ganas de llorar. Esa noche se quedaría a dormir con sus abuelos, pero sin su muñeca de trapo al lado, el sueño no vendría nunca.
-Yo no la vi- dijo Bernardo- Acá, con mis herramientas, no está- y siguió arreglando su grúa verde. -Si la encuentro desarmada, le pongo tornillos y te la doy.
Gabriel, por su parte, exclamó:
- Yo tampoco la vi. Estoy luchando contra los monstruos ¡No sé si ellos se la llevaron, pero les ganaré y la traeré de vuelta para la noche, te lo aseguro, Cecilia!
El bebé Vittorio sólo hizo BRRRRRRRRRRR Ta Ta- (Él todavía no sabe hablar, pero seguro que quiso decirle a Cecilia):
Yo tampoco la vi. Si la encuentro en mi cuna, te la doy. Sólo necesito a mi elefante azul para dormir…)
Cecilia se sintió cada vez más triste, tanto, que hasta se le desenrularon no solamente los rulos, ¡sino hasta sus pestañas! Su naricita se perdió entre los cachetes y dos lágrimas panzonas bajaron de sus ojos.
-¿Dónde está mi Pepita Catalina? ¿Cómo haré para dormir sin ella en la casa de la abuela? Si no la tengo conmigo, el sueño no vendrá.
En ese momento, llegó Dorotea, la vecina coqueta de enfrente. Cuando se enteró de lo que sucedía, dijo, resuelta:
-¡Pero querida, comprate una MELANIE, la muñeca que está de moda! ¿Para qué tener una de trapo si MELANIE es como las modelos de televisión? Pepita Catalina es una antigüedad.
Pero yo la quiero mucho- dijo bajito, la nena- es suave y blandita. La hicimos con la abuela en una tarde de lluvia. Ella la cosió y yo le ayudé. Le pusimos peluquita y botitas en los pies…Y otras dos lágrimas fueron bajando de sus ojos…
En ese momento sonó el teléfono. Era Lilú, la bibliotecaria. Preguntaba por la dueña de la muñeca.
-¡Hola! ¿Cecilia? - ¿Recordás que vinieron hace un rato, con la abuela, Bernardo, Gabriel y el bebé Vittorio a buscar cuentos? Hay algo que olvidaste…
¡A Pepita Catalina!- exclamó, casi segura, Cecilia.
-¡Sí!- respondió Lilú- La dejaste en el estante de los cuentos de brujas. Ella se quedó leyéndolos…Recién la vi. Al salir, te la alcanzaré. También llevaré los libros que le gustaron.
Esa noche, la abuela leyó a todos, muchos cuentos de brujas y Cecilia logró dormir feliz con Pepita Catalina.
(c)María Alicia Esain
Navarro
Provincia de Buenos Aires

NUNCA DEJEMOS DE JUGAR

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Mi hermano Josesito y su orquesta, cuando era chiquitos, con nuestros juguetes preferidos

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